viernes, 7 de diciembre de 2018

Carta a mi hija

Comparto una carta que escribí hace un par de años, dedicada a mi hija mayor. 


Lima, 19 de mayo de 2016

Querida hijita:

                Ya pasó un año desde que naciste y ni tu madre ni yo hubiéramos siquiera imaginado la felicidad que ibas a traer a nuestra vida en este tiempo.  Perdona, he dicho mal. Fue aún  antes que nacieras que llenaste de alegría la casa y nuestros corazones: el día que supimos que mamá había empezado a albergarte en su seno. Y también diré que mucho antes que eso ya inquietabas tiernamente nuestros pensamientos.

                Pero con la alegría vinieron también el temor y la incertidumbre. Preguntábame si a mis 33 años estaba lo bastante preparado para ti: Para enseñarte la belleza de la vida. Dudé también si todas las virtudes y valores que tanto le rogaba a Dios cuidar en tu alma estaban en mí primero. Tampoco sabía si mi trabajo podía ganarte lo indispensable y más. Tonto yo. Tú viniste a darnos todo a nosotros.  Soñaba (y sueño aún) con enseñarte los óleos más bellos, que disfrutes de  las melodías más conmovedoras y recorrer juntos los 3, tantos magníficos lugares. Pero fueron tus ojos los que trajeron a nosotros unos colores que no conocíamos, tu risa, nos enseñó los acordes de una belleza nueva, que sólo entendimos en la Providencia amorosa del Padre, y que llenaron la casa inmediatamente. También preparé mi alma esmeradamente para genuinamente poder instruirte en la virtud. No nos esperábamos la tremenda lección que de manera silenciosa y modesta Dios nos había preparado en tu fragilidad. ¡Cuánto aprendimos! Sí, hija mía. Muy temprano nos quedó claro que antes que abrir las manos para darte nada teníamos que abrir el corazón para ver bien. Que antes de darte nada nosotros, tú habías  traído  toda la felicidad posible a nuestra vida. No te habíamos enseñado a decir una palabra aún, pero tú ya nos habías empezado a re-educar en el amor.

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA MINIFALDA DE CÉSAR ACUÑA

"Una raza distinta... una raza que no se rinde...y yo soy uno de ellos..". Seguramente no seré el único hastiado con la egocéntrica propaganda que el Sr. César Acuña hace para promocionar la Universidad César Vallejo (UCV). Dejando de lado el pésimo gusto que es presentar una institución disque académica con una analogía a su imagen personal, no pude dejar pasar por alto un detalle más revelador: De las Universidades que tienen Facultades de Medicina en el Perú, la UCV es una de las que más invierte en publicidad y , a la vez, es la peor. La peor de todas.

Si ha habido algo constante en los exámenes Nacionales de Medicina para Internos (ENAM) es que a la UCV nadie le quita el último lugar. Lo otro más o menos constante es que la Universidad Cayetano Heredia usualmente queda primera. Es notable también que Cayetano prácticamente no invierte en Publicidad. Definitivamente no como lo hace la UCV. ¿Por qué? Porque no la necesita.

Una minifalda muy corta es como la publicidad de la UCV.

Una chica con una miniflada demasiado breve definitivamente no la usa por comodidad. Tampoco por moda, la moda es un simple medio para atraer la atención. Y alguien con tanta necesidad de atención sólo revela algo: Para ella su propio valor lo asignan las demás personas. Necesita sentirse al menos mirada. En el fondo no está segura de cuánto vale o peor, al igual que el Sr. Acuña, sabe que tiene poco qué ofrecer. Por el otro lado, una chica cuyo valor está en su propia cabeza y no depende del aplauso ajeno es como Cayetano: sabe lo que vale y no necesita venderse demasiado. Los mejores postulantes vendrán a ella de todos lugares sin siquiera tener que llamar su atención. No necesita mostrar más de la cuenta. La pobre primera chica, sí: El sentirse mirada es finalmente un trágico sustituto del sentirse amada. Ella es la UCV.

La minifalda de César Acuña , junto con su confianza en la UCV, son pues, cortísimas.

Y cuando la propaganda es tanta que abruma, venga de una Facultad de Medicina o de unas ropas livianas, es mejor desconfiar.


                                - coautoría con E.V.F.R-


martes, 3 de diciembre de 2013

LA MADRE DE PENNY

"¡¡¡No lo abras!!!, pierde su valor si lo sacas de su envoltura". Leonard se refiere a un juguete antiquísimo que le acaba de regalar Penny, su novia en The Big Bang Theory, una de mis ex-series favoritas. Penny responde con una ocurrencia divertida y trágica: "Lo mismo decía mi madre de mi virginidad... pero fue mucho más divertido abrir el paquete y jugar con ella...".

Aún la gente más open minded coincidirá en que el ejercicio de la sexualidad es mucho más valorado cuando es exclusivo. Y, a  riesgo de aparecer machista, coincido con el Padre J. Loring cuando dice "Todo hombre bien nacido desea casarse con una mujer de estreno". ¿Quién puede negarlo?. Coincido también con él, para reivindicar la pureza masculina, cuando dice que mujeres y hombres tenemos exactamente el mismo llamado a la custodia y valoración del sexo. Es verdad lo que decía la madre de Penny: un juguete en la envoltura vale más. Este es algún punto de partida.

Además de la deseabilidad de un juguete en su envoltura, la observancia de una correcta sexualidad es indispensable para amar. Para un acto de entrega: Incontables estudios han descrito el rol fisiológico de la oxitocina en la sensación de attachment , del apego. El ejercicio de las relaciones sexuales induce la liberación de esta hormona, lo que favorece el desarrollo de una sensación de pertenencia con la persona recipiente de los favores. Conocido es también el hecho de que la intensidad de la liberación de la oxitocina (y por tanto, de la sensación de apego y pertenencia) suele debilitarse progresivamente conforme la persona va cambiando de pareja sexual. Vale decir, mientras más parejas sexuales tenga la persona, menos capacidad de sentir apego por alguien tendrá. Diré entonces, que además del valor del juguete aún empaquetado, sin una mínima pureza es más difícil darse a sí mismo y sentirse de alguien.

Pero para alguien que reconoce en la magnificencia del cuerpo el trabajo de un Creador, la sexualidad debe ser más, mucho más. Es tremendo don y tremenda responsabilidad: Es el taller donde las manos de Dios han de trabajar.
Siendo cierto que hombres y mujeres están llamados por igual a custodiar la limpieza su propio corazón, creo yo que Dios ha querido darle  a la mujer un encargo especial en este sentido:
No será casualidad que Dios haya colocado un reparo anatómico a manera de velo para resguardar el seno femenino. Este velo, igual que el velo que mandó colocar Dios a Salomón delante del altar, custodia algo sagrado. Es en las entrañas femeninas de donde Dios va a rescatar a alguien de la inexistencia, de la nada, y le va a llamar a vivir: A vivir una vida terrenal plena y feliz, y luego a la alegría eterna, eterna. Es entre  los tejidos y sangre del seno femenino en donde el amor fecundo de Dios hará trabajar sus santas manos. Es fácil entender entonces por qué nadie tiene derecho a entrar. Ni siquiera el hombre que la despose. Para los cristianos, ganará ese derecho el día que le pida permiso a Dios para entrar en su lugar de trabajo. El día que se case.

Coincido con la madre de Penny en que el juguete pierde valor cuando se abre la envoltura. Pero además de ello, y más trágico; se pierde la posibilidad de entregarse con libertad a alguien, y se desoye el llamado de custodiar algo sagrado que ha sido entregado por un Dios MUY CELOSO. Un Dios que quiso nacer él mismo de una virgen, un Dios que quiso montar un pollino que nadie había montado, un Dios que quiso ser enterrado en una tumba en la que nadie había estado y , estoy seguro, un Dios muy celoso también de su lugar de trabajo.

La madre de Penny tiene algo de razón, pero su alcance es limitado, como limitada y tendenciosa es la serie, por eso ya dejé de verla.

sábado, 30 de noviembre de 2013

SOY SOLTERA Y HAGO LO QUE QUIERO

"La castidad es LIBERTAD". Mientras trato de ponerle énfasis a la última palabra detecto cómo se instalan la incredulidad y curiosidad en las caras de Fernanda y Lucía. El momento se parece a algún episodio en las aulas de la escuela de medicina cuando menciono algo exótico para ellos: una especie de maravilla y ansiedad.

"Espero que entenderlo no les tome los años que me tomó a mí", continúo, y explico:

Sólo una persona que puede prometer para siempre fidelidad a alguien puede ser dos cosas: Dueño de su vida y cien por ciento libre. Cien por ciento.

Sólo alguien lo suficientemente dueño de su vida puede entregársela a otra persona. ¡Nadie puede dar lo que no le pertenece! Ése es el sentido del título del blog: Quien crea que en ser soltero y hacer lo que quiero hay una pizca de libertad, está perdido. Una persona cuyas decisiones dependen de las circunstancias y de sus propias debilidades no es dueña de su vida. Está encadenada a sus propios deseos, es esclava de las circunstancias: Su vida no le pertenece. ¿Cómo podrá entonces entregársela a otra persona???

Ya siendo uno dueño de su vida, requiere un acto de absoluta libertad el decidir entregaársela a alguien más. No hay acto más libre que ese.

Entregar algo que ha costado muchos esfuerzos conquistar: la propia vida.